jueves, 28 de julio de 2011

El nombre del viento.

Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.

La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.

La segunda puerta es el olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que "el tiempo todo lo cura" es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.

La tercera puerta es la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.

La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.

domingo, 3 de julio de 2011

Angelology.

Soy un hombre desahuciado. Hablo a través de labios quemados, mi voz suena en mis oídos. Mi cuerpo yace quebrado; mi carne carbonizada supura con llagas abiertas. Espero que el ángel etéreo y delicado en cuyas alas me alcé para encontrar mi desdichado destino quede aplastado para siempre. Sólo mi voluntad de relatar el horror que he visto me empuja a abrir mis labios ulcerados y abrasados. A ti, próximo buscador de libertad, futuro acólito de la justicia, te contaré mi desgracia.

viernes, 1 de julio de 2011

Estar consciente del presente, sin juzgarlo, sin resistirlo, sin enojos.

La próxima vez que estés triste, en lugar de evadiere en alguna actividad u ocupación, en lugar de visitar a un amigo o ver una película o encender la radio o el televisor, en lugar de escapar...deja toda actividad, cierra los ojos y entra en tu tristeza. Miran sin juzgarla, sin juzgarte, sin condenar ni condenarte. Observala, observate. Mirala como miras una nube de lluvia en un día que quieres soleado. Pero no te enfades.